miércoles, 10 de noviembre de 2010

Rubéola

Nombre de la enfermedad y otros nombres

1.    Nombre de la enfermedad (con el que se conoce comúnmente y el científico): Rubéola- Togaviridae, género Rubivirus
Otros nombres: Sarampión alemán o sarampión de tres días.

Descripcion de la enfermedad

La rubéola es una infección que afecta prioritariamente a la piel y los ganglios linfáticos. Está provocada por el virus de la rubéola (que no debe confundirse con el virus que provoca el sarampión), que generalmente se transmite mediante la inhalación de gotitas procedentes de la nariz o la garganta de personas infectadas. También la puede transmitir una mujer embarazada a su hijo antes del nacimiento. Puesto que se trata de una enfermedad que suele ser leve, el principal riesgo médico de la rubéola es la infección de una mujer embarazada, lo que puede provocar un síndrome de rubéola congénita en el feto en proceso de desarrollo.

Hoy en día, la mayoría de las infecciones de rubéola se dan en adultos jóvenes no vacunados, más que en la población infantil. De hecho, los expertos estiman que en la actualidad el 10% de los adultos jóvenes son susceptibles a contraer la rubéola, lo que puede poner en peligro a los niños que pudieran tener en el futuro.

Historia de la enfermedad



La historia de la rubéola es poco conocida. Cuando se intenta profundizar en su origen, sólo llegan retazos y fragmentos de crónicas. Todo vaguedad e informaciones parciales, pero se sabe que su nombre fue propuesto por Veabe en 1866. Quince años después, se reconoció el padecimiento como una enfermedad clínicamente independiente.

Su origen viral fue sugerido en 1938 por los doctores japoneses Hiro y Kasaca; tres años más tarde, el norteamericano Norman Gregg asoció la presencia de la infección durante el embarazo, con las complicaciones que produce en el feto.

Epidemiologia de la enfermedad

Dada la presencia de algunas notificaciones respecto a la presencia de probables casos de rubeola congénita, se hace indispensable tener presentes algunas de las consideraciones establecidas para la notificación de este evento acorde con los protocolos establecidos a nivel nacional.

El Síndrome de Rubéola Congénita es el resultado de la infección materna durante el embarazo, por un virus de la familia Togaviridae, género Rubivirus, que afecta seriamente al feto ocasionado anomalías congénitas o secuelas.

Etiologia de la enfermedad

La enfermedad es causada por el virus de la rubéola, un togavirus que se desarrolla en una sola cadena genómica de ARN.[1] El virus es transmitido por la ruta respiratoria y se replica en la nasofaringe y en los nódulos linfáticos. El virus aparece en la sangre a los 5 o 7 días después del contagio y se dispersa por todo el cuerpo. Además es capaz de cruzar la placenta e infectar al feto cuando se está desarrollando y detener la multiplicación celular de las células del feto provocándole la muerte.[2]


[1] Frey TK (1994). «Biología molecular del virus de la rubeola.». Adv. Virus Res. 44: pp. 69–160
[2] Edlich RF, Winters KL, Long WB, Gubler KD (2005). «Rubella and congenital rubella (German measles).». J Long Term Eff Med Implants 15 (3):  pp. 319–28.


Patologia de la enfermedad

Se transmite entre personas a través de estornudos, tos o el contacto con superficies contaminadas (pañuelos, vasos, o manos). La posibilidad de que una persona no vacunada adquiera la enfermedad si convive con alguien que la tiene es del 90%. Cuando el virus se introduce en el organismo, pasa a la sangre atacando a los glóbulos blancos, que a su vez transmiten la infección a las vías respiratorias, la piel y otros órganos. Una vez que se padece la enfermedad, el paciente adquiere inmunidad permanente, por lo que no vuelve a ser atacado por el virus.
El periodo de incubación de la enfermedad (tiempo que transcurre desde que se entra en contacto con una persona enferma hasta que comienzan a desarrollarse los síntomas) suele oscilar entre dos y tres semanas. A su vez, una persona infectada por el virus de la rubéola puede transmitir la enfermedad a otras personas dos días antes de que los síntomas se muestren, no desapareciendo el riesgo de contagio hasta una semana después de la aparición de los signos de la enfermedad.